jueves, 17 de octubre de 2013

De peaje, el pagar me da coraje¡¡¡¡









Quien alguna vez en su vida no ha circulado por una autopista de peaje.

Nuestras carreteras no son gratuitas, a base de impuestos las paga el contribuyente y con el dinero de los usuarios se pagan las de peaje y son precisamente a estas últimas a las que está dedicado el relato del día de hoy. 

Este tipo de autopistas nos ofrecen grandes ventajas como comodidad, ahorro de tiempo y de combustible, seguridad, mantenimiento y conservación en perfecto estado, etc.
Algo que no termino de comprender es por que el derecho a circular por una carretera en las debidas condiciones debe de exigir un pago a cambio,  debería  incluso estar reflejado en la constitución española el derecho a circular por carreteras y autopistas dignas y en las debidas condiciones. Pagamos como si fueran algo extraordinarias, ni que fueran de diseño¡¡¡¡ vamos ni que estuvieran decoradas por Tábata Ruiz de la Prada (recordar que no publicito gratis) con color y dibujos en el asfalto, señales de tráfico con forma de flores, nubes o corazones.
Como en todo en esta vida tienen sus detractores y defensores, hay quien argumenta que los peajes son discriminatorios al crear el concepto de mejor carretera para quien la puede pagar, también hay quien se queja de que todos los vehículos pagan exactamente lo mismo, sin distinción . Mi opinión personal es que se debería de buscar un equilibrio, díficil lo se.. pero dicho está y especialmente dirigido a quien corresponda.

Reconocemos cuando nos aproximamos a una autopista de peaje por las correspondientes señales de tráfico, nada originales por cierto, para que nadie se confunda suelen ir acompañadas por unas enormes letras en el asfalto en las que se puede leer escuetamente la palabra "peaje", así no tienen pérdida para quien se quiera incorporar o para quien las prefiera evitar . Nos incorporamos y  en algún momento del recorrido nos encontramos con unas señales luminosas de dudoso proceder, bien pudieran ser los luminosos de algún centro comercial, un club de alterne en carretera, o un anuncio navideño, lo digo por lo escaso del color, rojo y verde, según te aproximas adivinas unas cabinas con el luminoso encima, te indican así de primeras el acceso permitido y el que está fuera de servicio,  según vas llegando ya distingues si el pago es en efectivo o con tarjeta de crédito, de pronto la carretera se abre como un abanico y cada cual tira para donde le parece, según necesidad o sorteo.

Una vez ubicado en la cabina seleccionada te das cuenta que querías haber elegido la contraria, te encuentras en la de pago en efectivo y quisiste incorporarte a la de pago con tarjeta,  te pones de mala leche y más cuando te das cuenta que es imposible salir de allí, esperas atrapado a que llegue tu turno mientras sacas tu billete de 50 euros que tenías guardado perfectamente doblado en tu cartera con la única finalidad de sacarlo en caso de emergencia, pues bien, la situación podríamos calificarla como de emergencia, nos colocamos en nuestro sitio correspondiente a esperar instrucciones del personal en la cabina de cobro,  normalmente te saludan secamente, lógico si pensamos que el personal de las autopistas de peaje deben de cobrar lo justo, trabajan en festivos y les enseñamos un perfecto billete doblado de 50 euros que al no poner en letras bien grandes usar solo en caso de emergencia puede dar la sensación que se lo restregamos por las narices.... les devuelves el saludo en un tono más amable y obediente entregas tu billete, te devuelven una montaña de monedas que justo cuando te dispones a recoger la devolución  y tienes para tal efecto preparado el brazo fuera de la ventanilla para proceder a la retirada económica , justo en ese mismo instante, te suben la barrera y  te abren el paso, por lo que debes inmediatamente abandonar la caseta de cobro para que se incorpore el vehículo  trasero, con la mano temblorosa y llena de monedas se las tiras casi al vuelo al copiloto a la vez que metes primera para salir, si no dispones de copiloto las tiras al asiento vacío y metes primera mientras que embragas y aceleras para que se pueda bajar la barrera y dejar que se incorpore el vehículo trasero en la caseta de cobro, sin darte tiempo apenas a meter segunda te ves de nuevo en un abanico donde circulan coches a tu izquierda y a tu derecha sin saber exactamente que carril escoger, ya que el abanico de repente se convierte en un embudo y de 6 u 8 vehículos que se encuentran en paralelo a lo ancho se tienen que repartir en dos carriles, en ocasiones se forma tal congestión que ni un Frenador (recordar que no publicito gratis) podría descongestionarlo.

No es de extrañar que sin lugar a dudas las estaciones de peaje sean el lugar elegido para que los corredores de formula 1 practiquen  en sus entrenamientos la forma adecuada de salir en la parrilla de salida al inicio de la carrera.

Una vez que salimos de la autopista vip y nos incorporamos en las pertenecientes a la red de carreteras del estado, el coraje y la mala leche se camuflan en el ambiente de nuestro automóvil, nos habremos ahorrado tiempo y comodidad, pero a cambio nos encontramos un atasco del tamaño del río Misisipi en las inmediaciones de las casetas de control de pago,  especialmente en días destacados que es cuando más recurrimos a las autopistas de peaje.




La cuestión es que mires como lo mires nos toca pagar, pagar por lo público, pagar por lo privado.

Tu decides.


Relato escrito con todo mi respeto y cariño al personal  que trabaja en las autopistas de peaje, especialmente a los de las cabinas de cobro en los puestos de control. Mi intención no es ofender a nadie puesto que realizan un trabajo digno.
Solo he pretendido narrar las aventuras y desventuras de un usuario en una autopista de peaje cualquiera.




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