Equivocaciones.
HACIENDO Y DESHACIENDO SE VA APRENDIENDO.
A todas las personas las equivocaciones nos propician aprendizajes y con Ana las equivocaciones tampoco son una excepción, a Ana la pasa exactamente lo mismo que a todos nos pasa, que aprendemos más con nuestros errores que con nuestros aciertos.
Nuestra hija también se equivoca y comete errores y cada vez que la pasa nos esforzamos para que deshaga lo que ha hecho mal y lo vuelva a comenzar para que le salga bien.
También nos esforzamos para que reconozca sus errores y acepte que ha cometido un fallo.
Pero sobre todo estamos ahí para ayudarla a que aprenda de ese error y para que la afecte de la forma menos negativa posible.
Pero la verdad es que cuesta, aunque sabemos que podrá aprender lecciones muy valiosas y que incluso puedan servirla para reforzar la confianza en si misma, cuesta.
Sabemos que las equivocaciones ocurren y que siempre ocurrirán, como también sabemos que Ana debe de aprender de ellas y asimilarlas como algo natural. Mientras, nosotros debemos de asumir que no podemos resolver todos los problemas y los contratiempos con los que se va encontrando, pero también cuesta.
Cómo por algo hay que empezar de momento la estamos animando a que comience a tomar sus propias decisiones, a que asuma sus responsabilidades y a que gestione los problemas que le puedan surgir con los demás, Ana debe de aprender habilidades para la resolución de conflictos.
Como padres no debemos impedir que desarrolle confianza en si misma, ni que ponga a prueba sus capacidades por mucho que nos cueste, pero eso sí, cuando nos necesite y recurra a nosotros ahí estaremos.
De momento cada vez que solicita consejo se lo ofrecemos, pero ojo ¡¡¡, también nos toca aceptar cuando no lo sigue y tropieza. Y cuesta ¡¡¡, vaya si cuesta ¡¡¡¡
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