miércoles, 8 de octubre de 2014

Como ser suegras especiales y novatas e insistir en el intento





Cuaderno de bitácora



ADVERTIMOS QUE EL EXCESO DE PROTECCION PUEDE SER PERJUDICIAL INCLUSO POR UNA BUENA CAUSA



La inmensa mayoría de las madres venimos ya de serie con un exceso de protección hacia nuestros hijos, es una realidad que humildemente debemos reconocer, no se si se tratará de un proceso natural o de un instinto, pero el caso es que normalmente protegemos y protegemos demasiado.

El caso es que si al echo ya de ser madre protectora le sumas el del ser madre de un hijo-a especial, los niveles de exceso de protección se disparan automáticamente y cuando nos queremos dar cuenta hemos creado un bucle del que nos resulta difícil salir airosas. Cuanto más hemos protegido a nuestro hijo, mayor dependiente le hemos hecho y cuanto mayor dependiente es, más protección necesita y así, sin darnos apenas cuenta, han ido pasando los años hasta que un buen día reconocemos que hemos cometido un gran error.

Nuestro exceso de protección ha dado como resultado tener unos hijos con un alto índice de dependencia, les hemos acostumbrado a que mamá se lo hace prácticamente todo y así pasa lo que pasa, van creciendo convencidos de que las obligaciones no están echas para ellos y el día que lo reconocemos y decidimos reeducarles nos cuesta un triunfo.

Las madres tendemos a guiarnos del sentimiento de la pena lo queramos reconocer o no, con el "bastante tiene" encontramos la coartada perfecta para eximirlos de obligaciones que no son de su agrado. El verlos niños eternos nos frena y nos frena hasta que comprendemos que nuestra educación no ha sido correcta ni apropiaba, pero de nuevo que no cuenta el pánico¡¡¡ recordáis??? todo menos la muerte en esta vida tiene arreglo. Que no empezamos a los 12??? pues a los 15, o los 20 o los 23 y 24 como es nuestro caso.

Tanto mi consu como yo pertenecemos al tipo de mamis que les facilitamos la vida en exceso, su discapacidad intelectual y en mi caso particular, la epilepsia, han ido retrasando y retrasando lo que hacía tiempo teníamos que haber empezado, pero como nunca es tarde y menos si la dicha es buena, nos hemos lanzado de pleno a reeducarles e intentar corregir lo mal educado, que la suerte nos acompañe ¡¡¡.

Decidimos hacerlo convencidas de que la responsabilidad les aportará madurez y la madurez más responsabilidad e independencia, creemos que será como una especie de beneficioso círculo vicioso en el que nuestros hijos serán los principales beneficiados.

Y precisamente porque nunca es tarde, hemos comenzado a reeducar con más firmeza y menos contemplaciones, comenzando por lo básico, sin prisas, con ilusión y por supuesto contando con la aprobación de la féliz pareja, por que para que resulte efectivo necesitamos de su complicidad haciéndoles comprender la importancia de ser independientes.

Nuestros hijos al parecer ya han decidido colaborar, el estímulo que hemos encontrado es su deseo de vivir juntos, preciosa motivación que es tan buena como otra cualquiera siempre que les motive lo suficiente, por que eso sí, hay que metalizarse que los nenes tienen que querer colaborar.

Nosotras de momento estamos aprovechando el momento esponja (llamado así el momento por su capacidad de absorber) para poner en practicas el camino hacia su autonomía, lógicamente hemos comenzado por lo más básico: hacerse la cama, limpiar el polvo, barrer, aprender a manejar el aspirador, preparar un desayuno, ayudar en la cocina, etc. subiendo poco a poco la dificultad de las tareas a realizar.

De momento hemos conseguido hacer un hábito de sus recién iniciadas obligaciones, la pareja muestra interés y se alegran de sus progresos. Poco a poco vamos añadiendo dificultad y la satisfacción de nuestros hijos curiosamente también aumenta.

Está decidido, hay que enseñar a la pareja feliz a ser lo más autónomos posibles, lo que sean capaces de realizar ellos mismos no tendrán que hacérselo los demás, pensando en su futuro hemos rectificado  en nuestra educación, queremos que nuestros hijos sean personas útiles, autónomas y lo más independientes posibles.

Reduciendo la excesiva protección quizá les ofrezcamos un futuro más prometedor.




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