martes, 4 de febrero de 2014

Diario de una madre desquiciada a la que se le casa su primogénita











Cuaderno de bitácora.


LA DIETA

Tenemos que reconocer que la inmensa mayoría de las madres estamos cortadas por el mismo patrón, es como si nos hicieran en serie, nos quitan los extras particulares de cada una y somos prácticamente iguales. Por ese motivo a la inmensa mayoría de madres recién recibida la noticia del próximo enlace de nuestros hijos, de lo primero que empezamos a pensar es en la elección del modelito a lucir el día del evento, por que eso sí, no seremos la protagonista de la boda, pero ir de madre de la protagonista también tiene su importancia. Queremos lucir ya no estupendas sino deslumbrantes y nuestros pensamientos van dirigidos a una pregunta en cuestión: y yo que me pongo????. Todas queremos estar impresionantes independientemente de que sea nuestra primogénita o no la que se case, pero a la que vamos pensando en distintas posibilidades de modelos y colores para el vestuario a lucir, interrumpe en nuestro interior y de sopetón una maldita palabra revoloteando y dando bandazos dentro de nuestras cabezas, esa maldita palabra que no dejamos de escuchar es: dieta.

Tenemos permitido hacer nuestra vida habitual con la barriga adosada porque ya forma parte de  nosotras con casi total normalidad, en nuestro quehacer diario hemos conseguido llegar al menos a un principio de acuerdo con ella para intentar convivir y conseguir tener relaciones cordiales. Nuestra barriga es nuestro símbolo por excelencia, nuestro símbolo de la maternidad, las mamis tenemos un particular tipo de barriga por haber sido dada de sí obligatoriamente para dar cabida a nuestros retoños mientras éstos se iban formando poco a poco en nuestro interior, salvo raras excepciones la experiencia maternal nos deja un recuerdo abdominal de por vida, con el recuerdo en cuestión aprendemos a vivir, la aceptación va pasando incluso poco a poco al cariño, pero eso si, te enteras de que se casa tu hija e inmediatamente piensas en deshacerte de él.

Aunque me reconozco especial, en lo que a barrigas se refiere no me considero una excepción y ante el próximo enlace de mi hija pretendo lucir estupenda, bueno la verdad es que estupenda no, lo que pretendo es lucir espléndida, deslumbrante, impresionante… y en esas pretensiones mi barriga no tiene cabida, me niego rotundamente a ponerme faja para esconder mi recuerdo maternal el día del evento,  nunca he sido mujer de faja y no pienso comenzar a serlo a estas alturas de mi vida,  asique no me queda otra que ponerme inmediatamente a dieta y hartarme en hacer abdominales para lucir como quiero lucir y para intentar deshacerme de lo que pretendo intentar deshacerme.

Pero no solo las madres desquiciadas o no desquiciadas son las perfectas candidatas a poner en práctica la dieta, las novias también.  En mi familia en particular mi hija y yo hemos comenzado a poner en práctica el régimen que consideramos más adecuado para conseguir nuestro ansiado objetivo, intentar estar sencillamente radiantes. Pero no sólamente nosotras dos hemos reconocido públicamente el deseo que lucir deslumbrantes,  la prima buenorra de la novia se nos ha unido en el proyecto de querer deslumbrar también y la tía más tía de entre todas las tías también está en ello. Estoy por apostar que próximamente habrá más, pero no lo haré porque no soy mujer de apuestas, pero si lo fuera lo haría y estoy por apostar que incluso ganaría, te apuestas algo???

Y en esas estamos, comenzando el mes de febrero a dieta, pero eso sí, con una ilusión del tamaño del estado de Nebraska aunque reconociendo echar de menos ciertos alimentos más o menos necesarios que tan feliz me hacían y yo sin saberlo¡¡¡¡¡ esas patatas fritas de bolsa, esos chocolatitos, mis adorados dulces…y voy a parar por que me estoy poniendo mala solo de pensar en ellos, no somos nadie¡¡¡¡¡

Todo sea por la boda de mi primogénita¡¡¡

No hay comentarios:

Publicar un comentario