jueves, 21 de noviembre de 2013

Publicidad.- el arte del desencanto.







Publicidad,  pudiéramos llamar al "arte" de intentar convencer para adquirir un producto a través de los medios de comunicación o propaganda.

Cada vez se las tienen que ingeniar más y más los publicistas para que el consumidor cumpla sus expectativas, es decir, que adquiramos el producto que promocionan elegido por la empresa que los ha contratado. 
Cada vez hay más competencia y tienen que agudizar bien el ingenio. Para ello no dudan en recrearnos con un amplio abanico de posibilidades: desde auténticas obras de arte en tiempo reducido,  pasando por anuncios ingeniosos, simples pero directos, terminando con algunos absurdos aunque en ocasiones hay que reconocer que bastante eficaces. 

Con tal de conseguir su propósito no dudan en bombardearnos en distintos medios de comunicación con la única finalidad de conseguir la venta del artículo en cuestión. 

También les resulta igualmente válido llevarnos la publicidad a casa invadiéndonos con otra técnica bastante incómoda, la más que famosa y desquiciante modalidad de propaganda o buzoneo, método conocido popularmente por no dejar jamás un buzón desnudo. Hemos de reconocer que éste último método nos resulta fácilmente desquiciante, no hay vez que habrás tu buzón, el que en un principio estaba destinado para depositar en él únicamente nuestra correspondencia, que lo tengamos invadido con los folletitos de publicidad compartiendo su escaso espacio con el correo diario.

En el relato del día de hoy les quisiera mostrar algunos conocidos anuncios de tv en los que personalmente me he sentido un poco traicionada, engañada, o desengañada al no cumplirse mis expectativas, por no pasarme las mismas experiencias que a los protagonistas. Hablo en primera persona por que si por algo me caracterizo es por la discreción y no quiero incluir a nadie más en mis razonamientos, pero me consta que más de uno y de dos están totalmente de acuerdo conmigo.



El primer anuncio que quiero mencionar es el de una conocida marca de bebida que supuestamente reduce los niveles de colesterol, en él aparece el Sr. Perejil (así llamo yo al seleccionador nacional de fútbol, ya que últimamente me resulta un poco cargante,  está de perejil de todas las salsas), estoy esperando que venga a visitarme para indicarme que tome la bebida en cuestión para también reducir mis altísimos niveles de colesterol, en la publicidad aconsejan consumirla cuando se tienen más de 200, pues tengo más¡¡¡ debido a la ley de protección de datos no debo dar a conocer la cantidad exacta, pero os puedo asegurar que estoy hablando de una cantidad más que suficiente para recibir su visita a mi domicilio,  pues el mencionado señor  todavía no se ha dignado a venir a mi casa, ni tampoco a escribirme un mail, un wasap, ó un sms, para mí que va a ser mentira que este señor informe a domicilio de las ventajas de usar el producto que promociona.

Otro ejemplo es una más que conocida marca de productos para la higiene femenina, dejémonos de ñoñerias y hablemos claro¡¡¡, me estoy refiriendo a la publicidad de tamponex, compresas y salva slip. En uno de sus últimos anuncios publicitarios te aseguraban en su slogan que al usarlos "te sientes bien y te sienten bien", según mi experiencia personal otra más que mentira publicitaria, no me siento bien en absoluto en esos días usando sus productos y si no me siento bien menos aún me pueden sentir bien, para mi no es gratificante tenerme que introducir en lo más profundo e íntimo de mi persona un artículo cilíndrico absorbente cerciorándome que para su correcta retirada he dejado adecuadamente dispuesto colgando un cordón. Me siento mejor y por consiguiente me pueden sentir mejor los maravillosos días en los que no tengo ninguna necesidad de introducirme ningún artículo cilíndrico absorbente en lo más interno, profundo e íntimo de mi persona.

Me he dejado influenciar por la publicidad en tv hasta el punto de que el otro día el sobrino del amigo de mi hija ha cumplido añitos, de regalo de cumpleaños le hemos llevado un palo y lejos de ponerse la criatura tan contenta como el nene de la tv casi le da un patatús como consecuencia de la llorera del disgusto que se llevó tras la decepción de nuestro presente, menos mal que como no me terminaba de fiar le llevamos unos más que conocidos muñecos articulados que no suelen fallar cuando los chavalines en cuestión los descubren debajo del envoltorio de papel de regalo, para esta ocasión elegimos como motivo que decoraba el papel el de una conocida esponja que al verla le hizo más ilusión que el palito en cuestión.


Los limpiahogares que promocionan a un macizo aunque calvo que se cerciora de que el uso de su producto es el adecuado, tampoco viene con su algodón chivato a mi casa por mucho que froto su envase y froto y froto los azulejos y sanitarios de mi hogar, así que tras la decepción sufrida sigo frotando pero con otro producto que no me sugiera que exista la posibilidad de que venga un macizo aunque calvo a inspeccionarme.

Tampoco me salen alas al beber una conocida marca de bebida.

Algunas manchas de ropa tampoco salen con la facilidad ni el tiempo récord que nos hacen creer algunos fabricantes de detergentes para lavado a mano o a máquina.

Las exageradas cocinas de los anuncios de diferentes productos de limpieza o las exageradas viviendas que promocionan ambientadores para perfumar el ambiente en enormes y siempre bien decorados hogares, tampoco son una realidad, en la inmensa mayoría de las viviendas  los metros cuadrados se nos reducen una barbaridad.

Determinados postres o determinadas marcas de cereales debidamente envasados tampoco nos proporcionan cuerpazos como los del anuncio.

El personal de servicio técnico que viene a mi casa cada vez que necesito de sus servicios es de lo más normalito, me visitan señores con sus uniformes arrugados, con sus camisas decoradas a base de estampados de grasa, con sus correspondientes uñas negras y no impolutos, ni perfectos,  ni relucientes,  ni tirando a buenorros como los vemos en los anuncios en tv.

Las colonias, perfumes, geles de baño y champús son anunciados por mujeres y hombres de impresionantes cuerpos y bonitos rostros que viven bonitas historias, pero que por mucho que usemos sus productos el parecido con ellos va a ser que no aparece. 

Cuando voy a mi tienda habitual a comprar café en cápsulas tampoco me encuentro a mi querido y admirado Jorge Macizo Clonney  que a tenor de la publicidad parece que vive allí.

Tampoco he visto nunca un abejonejo en campo ni en ciudad.

Los yogures verdes tampoco son la purga Benito (que conste que personalmente no los necesito, pero sé de quien sí y no les funcionan como lo promocionan), y así podríamos seguir y seguir hasta cansarnos o aburrirnos o incluso ambas cosas a la vez.

Otra técnica últimamente muy utilizada es la de contratar a personajes famosos, famosetes o famosillos (que todo vale) para que nos animen a adquirir los productos que promocionan, desde yogures a vehículos, cualquier artículo sirve, también nos invitan a comprar en ciertos establecimientos en determinados periodos especiales como suelen ser en rebajas,  todo vale con tal que el consumidor compre y compre, después de todo para ellos es lo que cuenta.

Al final he decidido comprar sin influenciarme en la publicidad, confío en lo que conozco y me da buenos resultados, innovar también innovo pero si el producto no me satisface no lo vuelvo a comprar y punto, por mucho que venga fulano, fulana, mengano o mengana a decirme lo maravilloso, estupendo y barato que es.





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