jueves, 7 de noviembre de 2013

Discapacidad.- amor y celos, cuando el miedo a la pérdida aparece.












Vuelvo a escribir otro relato sobre personitas con discapacidad intelectual. A veces creo que el verdadero motivo de escribir últimamente tanto sobre ellos es por que tengo la necesidad de insistir en que merece la pena conocerlos, quisiera que nos resultaran tan familiares y cercanos como nosotros somos para ellos.

Hablamos de un colectivo que no discrimina en absoluto ni a sus iguales ni a sus diferentes.

Realmente no somos tan distintos, aunque hay que reconocer que tienen carencias y necesidades especiales, también hay que reconocer que tienen realidades, vivencias y necesidades que nos vienen a confirmar que en esos aspectos, al menos, todos somos iguales.

En el relato del día de hoy quiero hablar de sentimientos, refiriéndome en ellos a un estado de ánimo o a la emoción que los determina. 
Positivos o negativos forman parte de su realidad, de su existencia, de su persona, de sus vivencias, en definitiva de su vida. En este mundo de sensaciones las personitas especiales tampoco son una excepción, son personas y como tal son capaces de sentir y expresar sensaciones, emociones y sentimientos.

La discapacidad sentimental no existe.

Quisiera centrarme en el relato de hoy principalmente en dos: amor y celos. El primero puede existir sin el segundo, el segundo díficilmente puede existir sin el primero.

El amor es un sentimiento apto para todo ser humano, amar y ser amado es tan natural como necesario. Existen distintas manifestaciones de amor,  el amor maternal de madre a hijo, amor filial entre hijos y padres, amor fraternal entre hermanos, amor a los animales, a las plantas, amor platónico, amor al prójimo, etc.

Otra manifestación del amor es el amor de pareja, lo podríamos definir como afinidad entre personas, deseo, ternura, amistad, pasión, hace afortunado a quien lo conoce y especialmente afortunado a quien lo conoce correspondido.
En ocasiones nos puede proporcionar satisfacción personal, seguridad y nos eleva la autoestima.
Las personitas con discapacidad no están exentos de conocerlo, sentirlo ni disfrutarlo.
En el amor como en todo en la vida las personitas especiales son adorables, auténticos, sinceros, puros, inocentes, protectores, inseparables, se entregan sin fisuras, con dedicación, con auténtica devoción, con intenso afecto, puede ser tal la atracción emocional que no les resulta difícil conocer el amor incondicional, el amor que se profesa sin esperar nada a cambio



Los celos son un sentimiento que surge como respuesta al sentirnos amenazados de perder a la persona que realmente nos importa, la persona amada, esa persona capaz de hacernos sentir toda esa mezcla de increíbles sentimientos, de proporcionarnos el bienestar que sentimos, de ofrecernos confort emocional.

Las personitas con discapacidad tampoco están exentas de sufrirlos, raramente nacen sin objeto,  el miedo a la pérdida es lo que les hace susceptibles a padecerlos, surgen de lo más profundo de su ser, de lo más íntimo, de lo más hondo de su interior y difícilmente lo pueden evitar. Son capaces tanto de sentirlos como de sufrirlos.

Son más comunes de lo que imaginamos, tengamos en cuenta que ellos también tienen más dificultades para encontrar el amor y especialmente para encontrar el amor correspondido, además hay que reconocer que son mayoritariamente posesivos, adsorbentes y en ocasiones demasiados protectores en sus relaciones de pareja.  Cuando encuentran el amor, el miedo a la pérdida aparece con facilidad, ese miedo es un sentimiento tan natural como humano que fácilmente y en ocasiones va de la mano con los celos.

El celoso lo pasa doblemente mal, si al hecho ya de por sí de sentir celos le unimos el tener conocimiento del sufrimiento que causan a la persona amada, se pueden convertir en un verdadero suplicio y de sentir ese suplicio tampoco están exentos.

En mi humilde opinión las personitas con discapacidad se diferencian del resto de personas celosas en que el origen de sus celos es totalmente natural y sano, la inocencia está presente participando desde el nacimiento del celo y reflejado posteriormente en la forma de exteriorizarlo, no creo que haya patologías asociadas como sufrir de inseguridad, rasgos acentuados de egoísmo,  traumas infantiles, imitación o alguna que otra patología más complicada, creo que es tan sencillo como temer a perder a la persona que les proporciona su bienestar y les hace tan feliz.

Una vez que se ha formado la pareja el apoyo familiar  debe ser fundamental como en todo lo relacionado con nuestros hijos, debemos de participar desde el principio de la relación ofreciendo nuestro conocimientos y apoyo. En el caso de que los celos vinieran a interrumpir la plácida relación de pareja,  deberemos intervenir inmediatamente en cuanto veamos aparecer los primeros síntomas e intentar tranquilizar a la pareja evitando que lo peor del ser humano pueda hacer su aparición. Debemos de intentar canalizar sus sentimientos hacia refuerzos positivos y explicarles, en la medida de sus posibilidades y siempre hasta que logremos alcanzar su comprensión,  que dentro de la normalidad de sentir celos al temer la pérdida de la persona amada, no resulta conveniente sentirlos ni expresarlos de una forma exagerada, pues puede ser perjudicial y dañino para ambos. No dudemos en pedir ayuda especializada si lo creemos necesario.  Tengamos en cuenta que la "situación" les pueden causar angustia e infelicidad.

A nadie les gusta hablar de ellos y en eso tampoco son una excepción, el que los padece normalmente se aveguenza y el que los sufre no le resulta cómodo hablar  del tema, pero una vez que apuntan los indicios y son descubiertos no dudan en dar las explicaciones oportunas a las personas de su confianza, en ese selecto núcleo debemos de formar parte tanto los padres como educadores, psicólogos, etc. y entre todos ayudarles a canalizar sus sentimientos, a procurarles tranquilidad emocional y enseñarles a que disfruten del amor en su máximo esplendor sin fantasmas revoloteando sobre ellos amenazando su estabilidad.

El amor posiblemente pueda ser el mejor sentimiento que pueda conocer cualquier ser humano, amar y ser amado es tan apetecible como necesario, ellos tienen exactamente el mismo derecho, la misma necesidad de conocerlo, experimentarlo y expresarlo,  estemos alerta por si otro sentimiento tan humano como el miedo a la pérdida aparece para que no se interponga en su más que merecida y placentera relación.





Como todos mis relatos y especialmente en lo que escribo sobre personitas con discapacidad está escrito con todo mi cariño, admiración y respeto.

Está basado en mi experiencia personal como madre de una personita con discapacidad intelectual de grado medio, en ningún momento me atrevo a asegurar que mi vivencia personal sea generalizada, corresponde al lo vivido y conocido a través de mi hija, sus amigos y compañeros.
Como en todo habrá excepciones.







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