miércoles, 26 de noviembre de 2014

Como ser suegras especiales y novatas e insistir en el intento







Cuaderno de bitácora.



SE AGRADECE QUE ENORMES ESFUERZOS PUEDAN TRAER PEQUEÑAS RECOMPENSAS.



Educar no es fácil.
Educar a personitas con discapacidad intelectual todavía es menos fácil, sus dificultades para el correcto entendimiento nos complican y bastante nuestras enseñanzas, pero si insistimos con paciencia y con cariño, poco a poco recogeremos los frutos de nuestra insistencia. Nosotras nos  conformamos con que comprendan la esencia de lo que enseñamos y para muestra, un botón.

Basado en un hecho real.


La otra tarde al salir del centro como es costumbre la pareja feliz junto a sus compañeros se dirigieron al autobús para regresar a casa. Estando ya en la parada Angel se empezó a encontrar mal, algunos amigos preocupados regresaron al centro en busca de ayuda, a su llamada acudieron profesores que todavía se encontraban allí. Cuando vieron a Angel llamaron a su madre para avisarla de que el chavalín decía no encontrarse bien, pero que ellos no le encontraban tan mal, la madre fiándose del diagnóstico de los adultos y avisada de que llegaba el autobús a la parada en ese preciso momento, accedió a que se montaran en él, previo aviso de que se viniera Angel derecho a su casa en vez de acompañar a Ana como es su rutina habitual.

Una vez dentro del autobús Angel se empezó a encontrar peor al interrumpirle unas terribles ganas de vomitar difíciles de controlar. Ana una vez avisada por él se dirigió dispuesta al conductor, se identificó como una persona con discapacidad igual que sus amigos, avisó de que su noviete se encontraba muy mal y le pidió por favor que le diera una bolsa de plástico por si se producía el vómito no manchar el autobús. El conductor como inmejorable medida de ayuda decidió enviarle a la calle, medida que Ana se negó a seguir pues no quería dejar a Angel solo, su respuesta contundente, o bajaban los tres amigos o no bajaba ninguno. Al conductor solidario le pareció excelente la propuesta de Ana de abandonar los tres el autobús y les animo a hacerlo contribuyendo generosamente con una gran idea: que le acompañaran a una farmacia para que le tomaran la tensión, bonita excusa que le sirvió para quitarse del medio el "problema" sin ofrecer otra posibilidad de ayuda más eficaz.

Salir a la calle y comenzar a vomitar fue todo una, Angel tuvo varios episodios seguidos que le invitaron a encontrarse cada vez peor, sin fuerzas y con temblores. Ana lejos de asustarse lo primero que se la ocurrió hacer fue mantener unidos a los chicos no dejando al enfermito solo en ningún momento. Mi hija pidió ayuda en varias ocasiones a diferentes personas escuchando por respuesta las negativas de todas ellas.
Como pudieron se fueron acercando a casa, Ana terminó agarrando a su chico por que pensaba que su novio terminaría en el suelo ante la imposibilidad ya de caminar.

Llegó un momento que Angel ya no pudo más, Ana lo sentó en un banco y me llamó por teléfono para avisar de lo que estaba pasando, no sabia exactamente donde se encontraban, reconocían sitios conocidos de los alrededores pero sin poder precisar con exactitud donde estaban. Pero lejos de rendirse se la ocurrió pedir ayuda a una señora que pasaba por la calle, la escuché perfectamente explicar a la mujer que eran tres chicos con discapacidad, que uno estaba enfermo y que por favor la dijera el nombre de la calle para que vinieran a buscarles sus padres.

A veces cuando las situaciones quieren torcerse, se tuercen, pero el destino si quiere las puede enderezar y eso fue justamente lo que hizo con nuestros hijos. Pedí a Ana que me dejara hablar con la señora por teléfono, la explique la situación, pero la mujer no sabía decirme exactamente donde estaban, por que no era de Alcalá, pero me daba explicaciones con todo lujo de detalles de todo cuando veía a su alrededor por si me servía de ayuda para localizarles, en estas estábamos cuando pasó otra mujer que al escucharla preguntó que ocurría, la explicó amablemente lo sucedido y nos dijo con total seguridad tanto el nombre de la calle como la localización exacta de donde se encontraban.

Rápidamente fuimos a buscarles, las dos señoras desconocidas todavía estaban con los chavales, tenían a los tres muy formales sentados en un banco. Angel blanco, temblando y helado con la cabeza reposando en el hombro de Ana, el otro amigo a su otro lado. Obedientes y rápidos subieron a nuestro coche en cuanto vieron llegar a Pepe,  quien agradeció a tan entrañables señoras su amabilidad y comprensión, rápidamente llevó a Angel a su casa para que su madre le prestara la atención requerida y al otro compañero también a la suya.

Una vez ya atendido Angel felicitamos uno por uno a los tres chavales, pero en esta ocasión las felicitaciones y las enhorabuenas más rimbombantes se las llevó especialmente Ana. La felicitamos por que supo hacerlo bien y demostró ser responsable.
Me enorgulleció que no sintiera vergüenza al pedir ayuda ni al identificarse como una persona con discapacidad para que se la dieran .
Como ella misma nos contó orgullosa supo tener a la manada unida, dijo que es lo que hubiera hecho su mamá por que mamá siempre lo dice, particularmente me emocionó.
Me emocionó al darme por enterada de que Ana escucha aunque a veces parezca que no oiga, me emocionó servirla de ejemplo, que tuviera iniciativa, que se implicara y no abandonara a sus amigos, que supiera mantener a la manada unida, que fuera más humana y solidaria que el conductor del autobús, me emociono de que nos informara de cuanto iba sucediendo para evitar que nos preocupáramos, simplemente me emocionó por que supo llevar bien la situación.

Nuestros enormes esfuerzos a veces nos traen pequeñas recompensas, recompensas que nos animan a seguir insistiendo y no rendirnos.










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