jueves, 26 de septiembre de 2013

Reunión extraordinaria. Unico punto: los copuladores del ático




El relato del día de hoy, el primero tras las vacaciones estivales,  está basado en hechos reales.

Los hechos en cuestión los conocí gracias a una de las integrantes de nuestro grupo de whassap que ha sido tanto afectada como testigo. Personalmente los encontré tan peculiares como divertidos, motivos por lo que no he podido resistirme a escribir sobre lo sucedido.
Antes que nada quiero que quede claro que ante todo respeto tanto al conjunto de vecinos afectados como a los protagonistas, el derecho a ser  respetado, a mi juicio, lo tiene prácticamente todo ser humano (salvo excepciones). A la pareja protagonista del único punto del orden del día solo puedo decirles que en la discreción está el buen gusto. Sin más dilación comenzamos.

Pongámonos en situación, un barrio de nueva construcción, donde los presidentes de las comunidades de propietarios de dos mancomunidades diferentes reciben continuamente quejas sobre los inquilinos de uno de los áticos, quejas causadas por la práctica de un ritual,  que si bien se practica en la mayoría de los hogares, en este caso en particular se diferencia por el volumen, duración y horario del acto en cuestión, acto que diariamente realizan exactamente a las 2,30 de la madrugada, despertando a medio vecindario por los gritos, gemidos y golpes que nuestra pareja protagonista se dedican con exagerada pasión,  por supuesto aderezado con un vocabulario imposible de reproducir en este espacio por su alto contenido erótico-sexual que intento evitar para no herir la sensibilidad de nadie,  así como de medida de protección por si algún menor tuviera acceso a este relato y lo pudiera leer.

Las quejas llegaron a ser tan numerosas y afectando a tanto vecinos, (exactamente a cuatro plantas por debajo, más las de los laterales, llegando incluso a los del bloque de enfrente pertenecientes a otra mancomunidad) que se vieron obligados los presidentes de las comunidades afectadas a ponerlo en conocimiento del administrador para que convocara con carácter de urgencia junta extraordinaria para tratar única y exclusivamente ese punto en el orden del día. Y así se hizo.

La tarde-noche de la junta (una de las más numerosas por cierto que todo hay que decirlo), tuvo por primera vez y sin que sirviera de precedente a unos invitados de excepción,  los vecinos del bloque de enfrente en calidad de testigos y a la vez de afectados.  Al llegar la hora poco a poco fueron incorporándose los vecinos y una vez formados los típicos grupitos en los que en todos se hablaba de lo mismo, llego el momento de comenzar la junta, eso sí,  entre el cachondeo y cabreo en los vecinos afectados y el cachondeo y sobre todo curiosidad por el resto.

El administrador expuso las quejas, los vecinos se reafirmaban y añadían detalles tanto de la exagerada ceremonia de cortejo como del escandaloso acto de apareamiento en sí, el vecino de abajo de ellos aportó como prueba una grabación en su móvil donde no solo se escuchaba la exagerada polinización, sino como se rompió un mueble al caerse al suelo provocado por los golpes y estruendos en un previo al momento cumbre de la culminación del apareamiento, dicho vecino exigió que le pagaran el mueble y preparado y convencido de tener ese derecho acudió con la correspondiente factura a la junta.

Los vecinos de enfrente relataron como ellos también los escuchaban, hubo alguno que incluso confesó que les gritaban frases del tipo: acaba con ella ya o mátala... pero déjanos dormir¡¡¡¡¡

Todos coincidían que cada uno en su casa puede polinizar cuando quiera,  pero sin necesidad de molestar a nadie, hubo hasta quien se sentía apoyado por la normativa municipal donde se prohiben ruidos estruendosos a partir de las 12,00 de la noche, el caso es que cuando la junta estaba finalizando dejando al administrador encargado oficialmente de llamar la atención a los copuladores del ático para que depusieran sus estruendosos actos amatorios antes de acometer otro tipo de medidas,  apareció el don Juan apenas conocido fisicamente entre el vecindario, al enterarse del motivo de la junta ya que al ser inquilino no estaba convocado, no solo le cambió el semblante de la cara, también el color, pasando inmediatamente de un rosado al rojo pasión, a continuación un morado cardenal para acabar siendo verde. Don prodigioso acabo sentado en un escalón del portal comunitario recibiendo aire con los folletos de publicidad recolectados en los buzones por sus vecinos,  con un ataque de verguenza tan solo comparable al estado de Arkansas, y demostrando que en la cama seria muy hombre pero que una vez  descubierto se vino abajo igual que la lava ardiente cae de un volcán  en plena erupción.

Cuando pudo recuperarse  como pudo pidió disculpas, reconociendo que su pareja a él también le parecía en ocasiones un poco escandalosa pero que nunca pensó que sus sesiones amatorias serían tan del dominio público, reconoció que como pareja se salían un poco del ritual  habitual y que el se encargaría de hablar con ella y la explicaría que sus gritos y gemidos eran de sobra escuchados por un buen número de vecinos y que intentara por favor bajar el tono especialmente en la parte final del placentero acontecimiento. Se enteró que eran conocidos como los copuladores del ático lo que provocó que de nuevo su color facial se renovara. Por favor pidió que no hicieran acta oficial del motivo de la junta en cuestión, que se quedara en la intimidad de los allí presentes, que bastante tenía con ser el responsable del cachondeíto popular y que aceptaba los cargos de los que se le acusaban por que verdaderamente eran ciertos. Los vecinos comenzaron a sentir pena por un don juan que no fallaría en su ritual diario a las 2,30 de la madrugada, pero del que iban siendo testigos de como la tierra se lo iba tragando poco a poco. Por supuesto también acepto pagar el mueble al vecino de abajo y se negó a ver el vídeo que presentaba como prueba, solo quería huir de allí y desear que se tratara de un sueño un poco subrealista la verdad.

Ha pasado una semana y si copulan nadie lo escucha, los vecinos vuelven a dormir placidamente, aunque alguno reconoce que puntualmente a las 2,30 de la madrugada se despiertan como rutina,  eso sí, echando de menos y a la misma vez de más los estruendos, palabros y gritos que tantas y tantas madrugadas les despertaban de sopetón.

Si es que quererse es muy bonito y placentero en la intimidad de tu hogar y sin necesidad de que nuestros actos amorosos sean del dominio público. ÇÇÇÇ

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